domingo, 11 de julio de 2010

Criaturitas adorables: mis primeros amigurumis.


Sin más preámbulos ni palabras, acá están, mis simpáticos animalitos tejidos a crochet, mis nanagurumis....
Les presento a....



Teddy
, el chihuahua que quiso ser oso (lo agarré justo cuando intentaba escaparse por la ventana de la cocina, por eso la foto se ve movida).



Mimosa, la gata tierna y dormilona
(en esta foto, la vemos sonreir porque sueña que persigue conejos de pascua).



La Ratita Presumida
(con su mejor pose de modelo... y si se lo preguntaban, sí, es la del cuento, aunque no le gusta que se lo recuerden).

Bueno, ellos constituyen, por ahora, mi preciada colección de amigurumis. Además de prestar sus caras para salir en internet, ya tienen un trabajo a tiempo completo porque van de acá para allá con sus respectivos dueños: Nacho, Titi y Mila. Poco a poco, este pequeño mundo gumi irá creciendo a medida que voy mejorando y animándome a más. Espero les hayan gustado, y si no, es que no miraron con el corazón, Lo importante es poner manos a la obra para tejer y destejer sin parar, como la hermosa Penélope...
¡Hasta la próxima!

sábado, 10 de julio de 2010

Lanaterapia


¡Quién lo hubiera dicho! Tejer puede sanar tu mente y calmar tu espíritu. Después de todo, por algo la abuelita Estela andaba por la vida tan plácida y tranquila, como un ser etéreo sin preocupaciones. Si ustedes vieran lo que hacía cuando tomaba su aguja de crochet, exclamarían un WOW sin dudarlo... Pero esta cuestión de la buelita paterna la retomaremos más adelante.
Ahora, detengámonos unos minutos a lo de esta nueva corriente terapéutica, por llamarla de alguna manera, que consiste en tomar una, dos, tres o cuántas agujas prefieras, y largarse a tejer. Así de simple, o no tanto. En mi caso, sin saber que esta tendencia hacía furor en países como Estados Unidos y Japón, casi de casualidad, se me ocurrió probar qué cosas podía hacer con el crochet, para matar el tiempo y la ansiedad y sentirme útil de alguna manera.
Había bajado de 5° a punto muerto, en terminología automovilística, lo que no era nada bueno, no señor. Así que, un día, después de ver unas hermosas flores tejidas a crochet, le pedí a mi suegra que me diera los primeros auxilios. Y así fue. De ahí en más, me olvidé de todo lo que me había enseñado, volví a empezar, recurrí a la generosa comunidad de Internet y... voilà. Hoy, como puedo y a mi manera, tejo pantuflas, flores, bufandas, agarraderas y simpáticos amigurumis. Todo, por el mero placer de hacer y crear.
Al principio, me costaba horrores concentrarme, llevar cuenta de los puntos, de los diagramas. Pero de a poco, entendí que el momento en que me sentaba a tejer, tenía que ser un momento de paz y nada más que de tejer. Por momentos puede tornase un poco difícil, como cuando me rondan mis dos princesas y protestan sin parar de que una hizo ésto y la otra aquello... pero es que como en realidad no es meditación ni tai-chi, se puede seguir tejiendo aún bajo condiciones adversas, hasta cierto punto, lógicamente.
La cuestión es que unos meses después de que me encontraba dale que dale con la agujita, leí una nota cortita pero muy clara que se titulaba algo así como "¿Quiere bajar su nivel de stress? Entonces, a tejer se ha dicho." En realidad, ni me acuerdo lo que decía, lo estoy inventando, pero la idea está. Existía algo llamado lanaterapia, y estaba comprobado cien-tí-fi-ca-men-te (si señores, para los que creen que una anda perdiendo el tiempo por ahí....) que el hecho de tejer mejoraba notablemente la calidad de vida de personas con distintos trastornos asociados a la ansiedad, el stress, etc., etc. ... Chupate esa mandarina, pensé yo. Así que todo este tiempo, sin saberlo "conscientemente" estaba bajo tratamiento lanaterapéutico. Con razón todo en mi vida andaba tan réquete bien, todo viento en popa, todo paz y amor, contigo pan y cebolla... No, mentira, pero qué bien me sentí al saber que sin querer eso que estaba haciendo lo hacía para y por mí. Doblemente mejor, si pensamos que encima le regalamos a alguien un objeto hecho por nuestras propias manitos, con defectos y lanas sueltas, pero de todo corazón.
Para ir terminando, les advierto: esta terapia no te saca las arrugas ni te hace ver más flaca, no está reconocida por las obras sociales, los psicólogos y psiquiatras insistirán en que continúes con ellos si seguís creyéndote que sos Lady Gaga o tenés lombrifobia aguda(y hacen bien...); además, no posee efectos adversos, eso si no consideramos los brotes de odio que te agarran cuando una endemoniada vareta triple no te sale bien o cuando tu hija de cinco añitos te raya el diagrama que con tanto cuidado venías marcando.
Conclusión, a tejer se ha dicho!!!!!
THE END